se rebelaban las voces y los rostros enceguecidos.
La fórmula ya no develaba X.
Poesía ya no sostenida en mi-mayor-menor.
Enervamiento escrupuloso de criaturas grises y malvadas bajo el regazo de la fosforescente claridad fría.
Y ya las imágenes borrosas.
Estomago de bronce; aun aúlla las soledades y los flashes.
Y todo. Y nada.
El alma pregunta con cara de puntos suspensivos...y nadie responde.
QUE NADIE DIGA NADA